
Sobre Laicidad y otras confusiones
¿Debe el Estado mantenerse al margen de las creencias religiosas o brindar espacios para el conocimiento de distintas tradiciones religiosas y filosóficas como forma de contribuir a una sociedad plural e inclusiva?

En un mundo cada vez más globalizado y materialista, el papel de la religión dentro del Estado sigue siendo un tema que ha dado mucho de qué hablar.
Mientras algunos países refuerzan la laicidad como pilar de la democracia, otros mantienen una estrecha relación entre poder político y fe religiosa. Pero ¿Dónde podemos encontrar el equilibrio?…
La separación Iglesia-Estado en Uruguay fue establecida en la Constitución de 1917, pero entró en vigor el 1º de marzo de 1919, cuando comenzó a regir oficialmente esa nueva Constitución.
Esta Constitución estableció formalmente la laicidad del Estado, declarando en su artículo 5° que: «El Estado no sostiene religión alguna.«
Antes de continuar, vamos a definir o diferenciar dos conceptos que son fundamentales para abordar este tema y que son motivo de confusiones diarias.
El primero es el término Laicidad: que defiende la estricta neutralidad del Estado en materia religiosa y el Laicismo: es una doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, de toda influencia eclesiástica o religiosa. Puede referirse a una actitud hostil o indiferente hacia la religión.
La laicidad no implica eliminar la religión de la esfera privada o cultural; se trata de evitar su influencia en la toma de decisiones públicas. De este modo, es vital asegurar que la libertad de culto y de expresión religiosa se respete.
En la actualidad podemos ver, a lo largo del país y principalmente en algunos órdenes públicos, así como también en varios movimientos sociales, una confusión en la aplicación de estos dos conceptos. Quizás podría deberse tanto al desconocimiento de su significado literal como al uso intencionado de dichos términos para reforzar determinadas posturas político-ideológicas.
La función del Estado debe ser la de crear un marco de respeto, igualdad y neutralidad que permita la coexistencia pacífica de diversas creencias, protegiendo los derechos individuales sin promover ni restringir ninguna doctrina en particular.
Si bien es cierto que a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, nuestros gobernantes han dado diferentes y muy claras señales de su postura frente al rol de la religión en las respectivas administraciones.
Citamos algunos ejemplos:
Dr. Julio María Sanguinetti (1985 – 1990 / 1995 – 2000)
Como líder del Partido Colorado y Presidente defendió el principio de laicidad del Estado.
No promovió políticas que favorecieron a la Iglesia Católica ni intentó modificar la separación entre Iglesia y Estado.
Mantuvo una relación institucionalmente correcta con la Iglesia Católica, pero sin darle un rol preponderante en las políticas públicas.
No tuvo una cercanía ideológica con la Iglesia, aunque reconoció su importancia histórica y cultural en el país.
En temas como el aborto y los derechos civiles, mantuvo una posición moderada, sin impulsar cambios radicales.
No promovió políticas religiosas en la educación ni otorgó privilegios a instituciones religiosas.
Dr. Luis Alberto Lacalle Herrera
Quien fue presidente de Uruguay entre 1990 y 1995, mantuvo una postura conservadora en varios aspectos, incluyendo la religión.
Si bien Uruguay es un país con una fuerte tradición laica desde la separación entre Iglesia y Estado en 1919, Lacalle Herrera, como miembro del Partido Nacional y con una formación más tradicional, mostraba afinidad con valores cristianos y tenía una relación cercana con la Iglesia Católica.
Durante su gobierno, aunque no intentó revertir la laicidad del Estado, sí mostró posturas alineadas con sectores religiosos en temas como el aborto y la educación.
En Educación favoreció la educación privada, incluyendo instituciones religiosas, promoviendo medidas que beneficiaban a estos centros educativos.
Relación con la Iglesia: Mantuvo un vínculo cordial con la Iglesia Católica, participando en eventos religiosos y destacando la importancia de los valores cristianos en la sociedad.
A pesar de ello, su gobierno no implementó cambios estructurales en la relación entre la Iglesia y el Estado, manteniendo el carácter laico de Uruguay.
Dr. Jorge Batlle (2000 – 2005)
Durante su gobierno Jorge Batlle mantuvo una postura firme en favor de la separación entre la religión y el Estado, siguiendo la tradición de la laicidad que caracteriza a Uruguay desde la época de la independencia.
Como presidente, defendió la laicidad del Estado y no promovió ninguna religión en particular en las políticas públicas. A pesar de su respeto por las creencias religiosas de los ciudadanos, su enfoque era mantener al Estado alejado de influencias religiosas directas, asegurando que las decisiones políticas y legislativas no estuvieran basadas en dogmas o principios religiosos.
Batlle reafirmó la necesidad de mantener un sistema educativo laico, en el que las instituciones públicas no promovieron ninguna religión, respetando así la libertad de pensamiento y creencias de los estudiantes y sus familias.
Aunque defendió la laicidad del Estado, también mostró un respeto por las creencias religiosas personales de los uruguayos. No se trataba de una postura antirreligiosa, sino de asegurar que el Estado no se viera influenciado por ninguna iglesia o institución religiosa en sus políticas públicas.
Si bien Batlle no impulsó políticas que favorecieron a la Iglesia Católica, en general, el gobierno uruguayo durante su mandato mantuvo una relación cordial con las autoridades religiosas, dado que la Iglesia Católica es una de las principales instituciones religiosas del país. Sin embargo, siempre dentro de los límites establecidos por la laicidad.
En un país con diversas comunidades religiosas, Batlle también mostró respeto por el pluralismo religioso, garantizando que ninguna religión tuviera un trato preferencial sobre otra dentro de las estructuras del Estado.
Se mantuvo firme en preservar la neutralidad religiosa del Estado, un principio clave en la tradición laica de Uruguay.
Dr. Tabaré Vazquez (2005-2010 / 2015 – 2020)
Era católico practicante, algo poco común en la política uruguaya, donde la mayoría de los líderes mantienen una postura laica.
Su fe influenció algunas de sus decisiones políticas, especialmente en temas bioéticos.
Mantuvo una relación cordial con la Iglesia Católica, pero sin otorgarle un papel central en su gobierno.
A pesar de su cercanía personal con la religión, no promovió cambios que afectaran la laicidad del Estado.
En 2008, vetó una ley que despenalizaba el aborto en las primeras 12 semanas de gestación, argumentando razones éticas y científicas. Su decisión generó un fuerte debate dentro del Frente Amplio, ya que muchos sectores de izquierda apoyaban la despenalización.
Defendió el principio de laicidad en la educación pública, aunque permitió la existencia y el crecimiento de instituciones privadas de origen religioso.
Aunque tenía convicciones religiosas, siempre afirmó su respeto por la tradición laica de Uruguay.
No promovió políticas religiosas, y su gobierno mantuvo la independencia del Estado respecto de las instituciones religiosas.
Su veto a la ley del aborto fue la manifestación más evidente de su postura religiosa en la política.
Jose Mujica (2010 – 2015)
Se identificaba como agnóstico y defendió siempre la laicidad del Estado uruguayo. A diferencia de Tabaré Vázquez, su predecesor y correligionario en el Frente Amplio, Mujica no tenía vínculos personales con la Iglesia Católica ni con otras religiones.
Mantuvo una relación distante con la Iglesia, aunque sin conflictos directos.
No promovió reuniones ni alianzas con líderes religiosos y dejó claro que el Estado no debía estar influenciado por la religión.
En 2012, su gobierno aprobó la despenalización del aborto en Uruguay, en claro contraste con el veto de Tabaré Vázquez en 2008.
En 2013, bajo su mandato, Uruguay aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, un tema que fue resistido por la Iglesia Católica y otros sectores religiosos.
Ese mismo año, Mujica impulsó y aprobó la legalización del cannabis, una medida revolucionaria que también generó críticas desde sectores religiosos y conservadores.
Tuvo una visión humanista y práctica de la política, basada en la libertad individual y la justicia social.
No se oponía a la religión como práctica personal, pero rechazaba su influencia en la política y en la toma de decisiones del Estado.
Tuvo un gobierno marcadamente laico, con políticas progresistas que muchas veces chocaron con posturas religiosas tradicionales. Mantuvo la separación entre Iglesia y Estado promoviendo leyes que ampliaban derechos individuales, sin dejarse influenciar por principios religiosos.
Dr. Luis Lacalle Pou (2020 – 2025)
Lacalle Pou mantuvo el principio de separación entre Iglesia y Estado. No permitiendo cambios en la legislación para modificar este equilibrio.
Mantuvo una relación cordial con la Iglesia Católica y asistió a eventos religiosos, aunque sin darles un papel central en su gobierno.
También mostró respeto hacia otras religiones, pero sin un alineamiento explícito con ninguna.
No intentó derogar leyes progresistas como la del aborto, el matrimonio igualitario o la legalización del cannabis, aprobadas en gobiernos anteriores del Frente Amplio.
En general, no se pronunció desde una perspectiva religiosa en estos temas y permitió que el sistema democrático siguiera funcionando sin cambios en estas áreas.
Aunque no haya impulsado políticas religiosas, su gobierno mostró afinidad con algunos sectores conservadores en temas de seguridad y educación.
En algunas ocasiones hizo referencia a valores cristianos en sus discursos, pero sin que esto se tradujera en políticas concretas.

Para ir culminando, y de modo muy personal, confundir laicidad con laicismo en las instituciones del Estado termina desvirtuando lo que realmente significa ser un Estado laico, y eso puede traer conflictos que se podrían evitar.
Ser laico no es estar en contra de la religión, sino todo lo contrario: es asegurar que todas las personas puedan vivir su fe (o su falta de ella) en libertad, sin que una visión se imponga sobre las demás.
Reconocer que muchas personas encuentran sentido en lo espiritual no va en contra de la neutralidad del Estado; más bien, la fortalece cuando se hace desde el respeto.
El verdadero desafío no es borrar lo religioso del espacio público, sino no confundir neutralidad con rechazo ni libertad con imposición. Solo así vamos a poder tener una laicidad más inclusiva, madura y democrática de verdad.
Fuentes consultadas:
- José Pedro Barrán y Benjamín Nahum – Historia Uruguaya (Tomo 8: El sistema político, 1875-1914)
Aporta contexto histórico sobre los orígenes de la laicidad en Uruguay y el rol de José Batlle y Ordóñez. - Medios de Prensa escrita de Uruguay en diferentes periodos.
- https://journals.openedition.org/assr/21270?lang=es
- 100 años de laicidad en Uruguay – Debates y procesos (1934 – 2008) / Néstor Da Costa | Mónica Maronna
- Principio De Laicidad y Libertad Religiosa / Gabriel Gonzalez Merlano
- Varias entrevistas con Ex presidentes del Uruguay en el sitio www.youtube.com